Ayuda en el camino

Jesús llega al final de sus fuerzas. Se cae. El ya no puede y está en las últimas –  ¿quién no sabe eso? Todos en algún momento de nuestra vida experimentamos estas situaciones límite de la vida humana. Y entonces es importante tener ayuda para levantarse. No podemos hacerlo solos. Jesús nos toma de la mano y nos ayuda a levantarnos cuando estamos caídos. Y en algún lugar todavía hay gente que tiene buenas intenciones con nosotros y nos muestra nuevas perspectivas en la vida. Caerse no es lo peor, sino quedarse abajo, no más querer o poder levantarse. Jesús en la última y más difícil parte de su vida cayó repetidamente, pero siempre se levantó. Dirijamos siempre nuestra mirada hacia Él, quien es nuestra vida y promete vida en abundancia.

Jesús recibe ayuda. Acepta ayuda. Eso es profundamente humano. Es la forma en que siempre debe ser. Pero no es así en la realidad. Muchas personas necesitan ayuda, pero no la reciben. Otras personas no aceptan ayuda por orgullo o falsa vergüenza. Si queremos vivir la verdadera humanidad, debemos aprender a aceptar la ayuda cuando la necesitemos, pero también brindar ayuda donde sea necesaria. Vivimos en TI ser humano y en TI Dios.  Jesús se deja llevar a este nivel social del ser humano. Y tampoco valora la ayuda del otro, sus motivos, ya sean altruistas o no, porque incluso éstos pueden cambiar y purificarse con el tiempo. Dejarse ayudar, un signo de grandeza interior, una conciencia, ser dependiente de otras personas. La ayuda experimentada puede llevar a la gratitud y al amor, y a la comprensión: los seres humanos estamos juntos, hechos el uno para el otro y creados para la alegría de Dios.

Toda vida verdadera es encuentro (Martin Buber).

Sí, aún en su camino de sufrimiento Jesús experimenta un encuentro, un encuentro realmente profundo.
Verónica, una mujer, que, como otras discípulas y discípulos, caminó con Jesús y participó en su vida y en su buena noticia.
Verónica, una mujer que se dejó tocar por la misericordia de Jesús, su amor desinteresado y por una fe alegre y liberadora.
Ella misma quiere consolar a quien le ha dado un nuevo sentido a su vida, estar cerca de él en su camino de sufrimiento.
Jesús se involucra en este encuentro. Siempre está abierto a la gente que se lo toma en serio. Acepta el consuelo y el estímulo humano. Comparte su sufrimiento, pero también su esperanza.   
Jesús y Verónica: un encuentro en el más profundo dolor, que les da la fuerza para soportar y superar el sufrimiento.

Hna. Verena Haase

Si te hace bien, ven.

 

(Francisco de Asis)